lunes, 28 de diciembre de 2020
A propósito de Henry Purcell
sábado, 19 de diciembre de 2020
Y nosotros nos iremos...
Otro año más, la navidad. Conscientemente escribo la palabra con minúsculas, de la misma manera que escribiría “invierno”. La navidad es eso para mí, una breve estación del año, en la que el clima se mide por el calor o el frío del corazón. Recuerdo navidades tempranas y cálidas en las que he puesto el árbol el día de San Nicolás, 6 de diciembre, y otras tardías y heladas en que a regañadientes lo he hecho la misma mañana del 24, fun fun fun. Estas dos semanas son un termómetro de mí mismo y de mi relación con el mundo. Y el tiempo corre.
Me veo con siete años en casa de mi bisabuela, escuchando por primera vez ese villancico: “la nochebuena se viene / la nochebuena se va / y nosotros nos iremos / y no volveremos más”. La bisabuela Ana había nacido en otro siglo, el diecinueve, y para ella la hoja roja de Delibes no tardaría en aparecer. Está escrito en el Heike Monogatari que en el tañido de la campana del monasterio de Gion resuena la fugacidad de todas las cosas. En aquella lejana tarde de 1968 tal vez escuché yo ese sonido. Campana sobre campana, dice otro villancico. Puede ser. Cada navidad es una arruga más en mi piel, un círculo nuevo en el tronco de un árbol, alguien que ya no está, alguien que antes no estaba.
Desde hace algunos años la navidad es también escuchar la voz ronca de Dylan cantando “Adeste fideles”, y saber que esa romántica fantasía de los pastorcillos y el pesebre es un episodio en el que no hay ningún dios, que los reyes magos somos nosotros en un viejo sueño y papá noel un señor disfrazado que suspira por un trago al terminar la jornada. Lo único cierto es que la navidad se irá y volverá, y que nosotros nos iremos un día para no volver.
A veces estoy tan cansado de este
ciclo cuyo final desconozco que retraso su inicio, y no compro el tiesto de flores
de pascua ni saco a los duendecillos de su caja, y los días pasan. Pero una
tarde cualquiera pienso en lo luminoso que será el primer amanecer de enero y entonces
todo empieza de nuevo, como el año anterior y el otro y el otro, y el árbol se
llena de esferas blancas y rojas. La navidad es también eso, un estado de ánimo,
todos los estados de ánimo.