El 18 de junio de 2017 fue, creía yo, el día más largo de mi vida. Empezó en Reykjavík y terminó en Seydisfjordur y no parecía tener fin. Creo que ese día nunca terminó, sigue conmigo, con nosotros. Pero ya no es el más largo. Otro día interminable le ha sustituido, y creo que nunca se irá. Seguirá conmigo, con nosotros, en la memoria eterna de quienes amanezcamos al día siguiente. La diferencia es que nosotros es una palabra que ahora significa millones.
El recorrido, y con él este día eterno, toca a su
fin. Las calles están desiertas, somos dos sombras que se deslizan
perezosamente en la corriente del tiempo, una blanca y otra negra, el color de
nuestras chaquetas. Desde las ventanas de nuestra habitación en el Hotel
Snaefell la luz del día tinta la medianoche. A lo lejos el agua salta por
paredes verticales desde las cumbres.
(Diarios de Viaje. Juan J. Vicedo)
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