bienvenido a la última puerta, más allá solo hay silencio

sábado, 22 de abril de 2017

Piedrasantas









Corría el año 1917 y Manolete, el molinero, volvió con bien del servicio militar en Marruecos. No era cosa de broma, que allí, en el África española, las balas silbaban sobre las gorras de los soldados, y su prometida, Clarilla, cumplió con la promesa de dedicar una misa a la Virgen de Piedrasantas. Aquel día Manolete y los mozos de su quinta sacaron de la ermita a la Virgen y la llevaron en procesión por el camino que lleva al Cercado de Cristo, y desde entonces y hasta hoy "la función de los soldados" se ha seguido celebrando en Pedroche, mezcla de devoción religiosa, tradición sentida y rito de iniciación para los jóvenes del pueblo, incluso en estos tiempos en que las "quintas" son solo una palabra vacía de contenido y la milicia algo que ya no toca a la puerta de cada familia pidiendo a sus hijos.

El Lunes de Pascua de este año se ha cumplido el centenario de esta tradición que, emparentada con los ejércitos, no celebra una victoria ni una derrota sino el hecho puro y simple de estar vivos. Es primavera y el sol ilumina los encinares del norte de Córdoba, de estas antiguas tierras de realengo que se libraron del moro hace tantos siglos que nada aquí les recuerda, donde las campanas doblan todavía a sus horas y el cerdo ibérico campa a sus anchas en las dehesas. Los campos están rojos de amapolas y al pie de los chaparros se prodigan las esparragueras







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